Una empresa familiar del sector cosmético estaba atravesando una situación complicada: las relaciones personales y profesionales entre los socios se habían deteriorado tanto que esto empezaba a impactar negativamente en el negocio. Conscientes de la importancia de recuperar la armonía y preservar tanto la convivencia como el vínculo societario, los socios tomaron una decisión valiente: participar voluntariamente en un proceso de mediación.
A lo largo de cuatro sesiones, se trabajó en identificar las causas principales del conflicto y en proponer ajustes que realmente marcaran la diferencia. Entre las medidas acordadas destacaron: mejorar la comunicación a través de mecanismos más efectivos, establecer un proceso estructurado para tomar decisiones, reorganizar las funciones dentro de la empresa para que cada socio tuviera responsabilidades claras —y así evitar interferencias en la gestión—, y crear un procedimiento específico para gestionar posibles desacuerdos en el futuro.
El proceso no solo ayudó a mejorar las relaciones en la familia empresaria, sino que también permitió establecer una base más sólida para el funcionamiento de la empresa, favoreciendo el crecimiento sostenible de su negocio.