Una sociedad dedicada al sector del catering llegó a mediación en un intento por resolver los serios conflictos entre sus socios, que estaban poniendo en riesgo la continuidad del negocio. Curiosamente, esta empresa nació a partir de una amistad entre los socios, pero con el tiempo, esa relación personal no fue suficiente para afrontar las discrepancias surgidas en el día a día de la sociedad.
Los problemas tenían raíces profundas: conflictos de intereses, dificultades de comunicación —o su total ausencia— y desajustes organizativos que entorpecían el funcionamiento del negocio. Ante esta situación, la mediación se planteó como una última oportunidad para recuperar la estabilidad.
El proceso se centró en varios frentes clave. Primero, se trabajó en valorar y reconocer las aportaciones individuales de cada socio, especialmente en términos de dedicación al negocio. Luego, se reorganizaron funciones y responsabilidades, estableciendo objetivos claros y alcanzables para cada área. Este enfoque permitió no solo restaurar el reconocimiento mutuo entre los socios, sino también delimitar las áreas de actuación de cada uno y definir mecanismos eficientes para la toma de decisiones. Gracias a estos ajustes, el clima organizativo de la empresa se normalizó.
Un punto importante que surgió durante la mediación fue la falta de un marco normativo formal para regular las relaciones entre los socios. Esto llevó a la elaboración de un Pacto de Socios, diseñado para prevenir y resolver futuros conflictos, dotando a la empresa de una estructura más sólida.
En total, el proceso de mediación, junto con la redacción y formalización del Pacto de Socios, se llevó a cabo en tan solo cuatro meses, marcando un antes y un después en la dinámica de la sociedad.