A la hora de dar forma a esta sociedad enfocada en el ámbito psicosocial, los socios pusieron sobre la mesa un tema clave: cómo equilibrar la participación y la implicación de cada uno en el proyecto. Esto surgió porque algunos de ellos manifestaron su intención de mantener actividades externas ajenas a la empresa, lo que podía generar diferencias en el nivel de contribución al día a día de la sociedad.
Para abordar este desafío, cuando se discutieron los principios de exclusividad y no competencia, los socios optaron por un enfoque flexible. Se decidió permitir excepciones siempre que estas fueran aprobadas por la mayoría, creando así un marco que ofreciera cierta libertad sin perder de vista el consenso colectivo.
Además, se llegó a un acuerdo práctico respecto a las diferencias en la implicación de los socios. Se estableció que las retribuciones estarían directamente ligadas al nivel de dedicación y la presencia efectiva de cada socio en las actividades y objetivos de la sociedad. Este modelo permitió ajustar los incentivos según el esfuerzo real de cada integrante, promoviendo así la equidad en el reparto de beneficios.
El resultado fue un Pacto de Socios que no solo recogía estas disposiciones, sino que también incorporaba otros acuerdos importantes adaptados a las necesidades específicas del proyecto. En tan solo seis semanas, el pacto quedó cerrado, garantizando un marco claro y a la medida de los valores y objetivos de la sociedad.