31/03/2021
A últimos de febrero fue “admitida a trámite querella presentada por J. García Carrión por la realización de operaciones especulativas con divisas no autorizadas en la disputa que el propietario de la marca Don Simón mantiene con diversas entidades financieras, Goldman Sachs International, Bankia y BNP Paribas”. Con un escenario como el actual de colapso de los tribunales en un entorno de crisis económica, parece que lo más recomendable es que las empresas restablezcan las prioridades correctamente y las prioridades no pueden ser otra cosa, que planear ‘sobrevivir’ y luego ‘revivir’ para que eventualmente podamos ‘prosperar’.
En general, las empresas que quieran sobrevivir no puedan permitirse un proceso de confrontación para resolver las disputas. El último pensamiento en la mente del empresario debería ser librar las batallas en los tribunales. Es de común conocimiento que los litigios pueden ser procesos prolongados, de resultado incierto y costosos, donde además las relaciones profesionales y comerciales serán las primeras víctimas. ¿Se suele hacer una adecuada valoración de todos estos costes?
Los asesores jurídicos tienen un papel esencial para hacer ver a sus clientes la necesidad del momento, que exige no tanto probar quién tiene razón, sino centrarse en lo que interesa. Y eso es exactamente lo que ofrecemos los mediadores: facilitamos soluciones centradas en los intereses.
Las negociaciones pueden fracasar debido a muchas razones, si están en un punto muerto es porque todavía no se han roto. Incluso si una de las partes no quiere seguir negociando, puede ser porque no quiere continuar en los términos en que se estaba haciendo hasta ese momento.
¿Quién mejor que los propios interesados y sus asesores, para conocer sus intereses y necesidades reales? y, entonces, ¿por qué ceder el control de la solución al problema, y depender de un tercero, en este caso un juez o magistrado? Es difícil imaginar qué tipo de sentencia de un tribunal podría contentar a las partes para que se sintieran satisfechas (ya que el enfoque en un juicio generalmente está en “quién tiene la razón”).
Los mediadores facilitamos la posibilidad de identificar cuáles han sido las causas del estancamiento:
¿Dónde están exactamente los escollos? No siempre es tan evidente. ¿Estamos seguros de que ambos creemos que el obstáculo que nos bloquea es el mismo?
¿Se ha ofrecido información clara sobre lo que deseamos? ¿Es obvio qué es lo que quiere la otra parte? No se justifica que el oponente sea un mal comunicador.
¿Se ha aplicado demasiada presión y por tanto se han generado resistencias en una o ambas partes? Los mediadores, como profesionales externos e independientes, tenemos la ventaja de poder facilitar la eliminación de los factores emocionales y tratar de centrar el tema de forma neutra.
A partir de conocer donde se ha producido el nudo, podremos buscar la forma de deshacerlo. Pero si todavía existen dudas de las ventajas de utilizar la llave de la mediación, podemos preguntarnos, ¿qué hacemos si no hay acuerdo? La respuesta la encontraremos si reflexionamos sobre nuestro “MAAN”: Conociendo la situación en que nos encontramos, ¿el litigio realmente es la mejor alternativa a un acuerdo negociado?
La propia Ley 5/2012 que regula el procedimiento de mediación, marca uno de los elementos fundamentales que puede favorecer el desbloqueo: la flexibilidad. “La Ley de mediación se basa en la flexibilidad y en el respeto a la autonomía de la voluntad de las partes. Voluntad, que podrá tener la consideración de título ejecutivo, si las partes lo desean, mediante la elevación del acuerdo a escritura pública”.
Es decisivo que las partes en conflicto comprendan que, si las negociaciones siguen obstruidas, ambas partes fracasan. Entender que, si conseguimos llegar a un acuerdo, todos ganamos, será un paso importante que posibilita la salida del bloqueo. La mediación puede facilitar esta salida.
Jorge Miralles Andress
Mediador Corporativo / Economista