Publicado en
22/03/2023
Abraham Lincoln ya en 1850 dirigiéndose en una conferencia a otros abogados, la mayoría litigantes, decía: “Desaliente los litigios. Persuade a tus vecinos para que se comprometan siempre que puedas. Como pacificador, el abogado tiene una oportunidad superior de ser un buen hombre. Todavía habrá suficiente negocio” Esta frase la tomé de una reseña sobre el artículo que escribió Thomas Stipanowich “Lessons for Lawyers” de febrero de 2010 en la “Dispute Resolution Magazine”.
Leyendo estas “lecciones” de Lincoln, comprobé su rabiosa actualidad y sobre todo la coincidencia con muchos de los criterios en los que se basa la mediación como sistema de resolución de conflictos, como cuando apuntaba: “use el litigio como último recurso y sea franco con su cliente sobre sus costos y riesgos”. Porque,… ¿Son conscientes las partes en conflicto de los costes económicos de continuar con un litigio? Los clientes necesitan conocer su coste, una estimación de costos realista y oportuna. ¿Por qué? El abogado debe presentar a su cliente varias opciones disponibles, para poder elegir en base a un análisis de costo/beneficio que facilite determinar que opción sirve mejor a sus intereses. Al estimar los honorarios legales, es importante considerar el tiempo y los gastos adicionales del litigio si el «perdedor» decide apelar la decisión. Además, el perdedor suele ser condenado a pagar las costas. Permitiendo que el cliente en conflicto explore la posibilidad de perspectivas alternativas, podrá sopesar la magnitud de los costes que supone litigar en comparación con la mediación.
Otra de las recomendaciones que Lincoln hacia a sus colegas: “Trate de ser objetivo al evaluar el caso de su cliente; evite el “optimismo irracional”. Esta frase nos recuerda que en ocasiones los abogados solo se fijan en las supuestas fortalezas “del caso” y se olvidan de los riesgos sobre el resultado del litigio. Los abogados no siempre ofrecen una cuantificación de las probabilidades de que sus clientes ganen los casos judiciales. ¿Qué posibilidades hay de que una parte perdedora solicite una apelación? ¿Cuánto tardará una apelación? ¿Cuáles son los riesgos de que la decisión de un tribunal de apelaciones suscite litigios adicionales?. La evaluación del riesgo genera dudas. La duda crea un suelo fértil para plantar las semillas de la resolución. Un análisis exhaustivo de los riesgos y oportunidades de los litigios pueden ofrecer argumentos para pensar que acudir a la vía de la mediación, es un camino menos arriesgado.
Cien años antes de que la Escuela de Harvard desarrollará sus principios de negociación colaborativa, Lincoln se anticipó con su consejo para abogados: “Comience a negociar cooperativamente y fomente la confianza de los demás comportándose de una manera lógica y predecible. Busque compensaciones”. Tengo mis dudas de que los mejores abogados sean los más agresivos y rígidos. Los abogados poco colaboradores, pueden llevar a sus clientes a impedir que se exploren compensaciones creativas (y que ahorren dinero). Habitualmente en una negociación, las partes en una disputa comienzan por inflar sus posiciones y pueden dar la impresión de que no retrocederán en ninguna circunstancia. Las demandas irrazonables se encuentran inevitablemente con respuestas igualmente irrazonables; las propuestas productivas a menudo estimulan contrapropuestas productivas. El riesgo en una dinámica de negociación de máximos es que se tiende a percibir las concesiones y los compromisos como signos de debilidad y vulnerabilidad y al final lo que se genera son obstáculos para alcanzar una solución. La actuación de los mediadores va en dirección contraria, tratamos de evitar que se aborten estos movimientos colaborativos, y facilitamos que las partes generen opciones, que en definitiva crean valor en la negociación.
En los litigios, los recursos judiciales se limitan a daños monetarios y una reparación equitativa. Lincoln entiende que la vía debe ser: “Busque formas creativas de cerrar la brecha hacia un acuerdo que logre los objetivos y prioridades clave de un cliente de una manera simple y directa”. La mediación precisamente ofrece a las partes y a sus abogados la posibilidad de negociar con un único límite en los términos propuestos para el arreglo: la creatividad de los participantes. Al considerar las necesidades e intereses subyacentes de cada parte, es decir, reconociendo lo que “realmente” puede estar impulsando la disputa, los participantes con la ayuda del mediador pueden “expandir el pastel”. Pueden llegar a un mejor acuerdo que el propuesto inicialmente gracias a que encuentran soluciones alternativas, con propuestas que no están disponibles a través del litigio.
La última recomendación que hacía Lincoln a los abogados era: “No coloque sus propios intereses financieros o su ego por encima de los intereses del cliente”. Es natural que los abogados realicen una defensa entusiasta de la causa de sus clientes, pero no conviene que se pierda la perspectiva de priorizar los intereses del cliente. Si se abordan la negociaciones de un conflicto enfocándolos fundamentalmente hacia un litigio, puede olvidarse que en ocasiones se necesita una herramienta muy diferente si se quieren alcanzar las metas y objetivos del cliente. La mediación ofrece una oportunidad única para dar un paso atrás en la disputa. Buscando soluciones mutuamente beneficiosas para las partes, donde se puede compatibilizar perfectamente, el respeto a los legítimos intereses del abogado y las situaciones de ego que se puedan producir.
Si en 1850, hubiera existido la mediación, como ocurre hoy día que es un procedimiento reglado en la mayoría de los países (En España, Ley 5/2012 de mediación civil-mercantil), seguro que Lincoln hubiera recomendado tanto a litigantes expertos, como a sus clientes, la figura de la mediación, como paso previo a los tribunales para la resolución de sus conflictos. Esas “Lecciones de Lincoln para abogados», donde plasma su estilo aplicado a la práctica del derecho. están orientadas a conseguir un proceso eficaz de resolución de disputas basado en: ahorrar tiempo y dinero, intercambiar información crítica de forma confidencial, reducir la consternación, limitar las interrupciones, administrar el riesgo y lograr una resolución mutuamente beneficiosa. Un proceso de mediación responde a estas inquietudes que manifestaba Lincoln y además ofrece a las partes en conflicto, protagonizar la solución de problemas conjuntos, acompañadas si lo desean por sus defensores, con el único fin de satisfacer sus necesidades e intereses subyacentes y lograr sus metas y objetivos.
Jorge Miralles Andress
Mediador Corporativo / Economista
CEO-Fundador Acordemos
Secretario IMAMM